No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder

(Benjamín Franklin)

En pleno siglo XXI, donde la tecnología, las redes sociales y comunicaciones, filtran todos los procesos humanos, los eventos naturales han sido relegados a un papel secundario. Nacimiento, muerte y enfermedad han adquirido un nuevo valor y concepto colectivo.

El proceso de salud enfermedad, se ha modificado drásticamente. Hoy, las personas quieren estar sanas para vivir, prosperar, generar riqueza y felicidad. La enfermedad ha dejado de ser un importante factor existencial, los entornos saludables, favorecen la salud, pero también ha surgido el gran enemigo del siglo XXI, los estilos de vida que terminan y acortan la esperanza de vida de los seres humanos. Afortunadamente, la naturaleza todavía modula la existencia, a través de procesos genéticos y nutricionales, que facilitan la adaptación y evolución infinita.

Como seres finitos, nacemos y morimos en condiciones que la naturaleza establece y que son modificados por el medio ambiente y nuestras propias decisiones. Es evidente que la importancia del nacimiento y desarrollo del ser humano en muchas culturas ha sido relegado a cuestiones secundarias, por intereses culturales, sociales, económicos y políticos.

El dominio de la tecnología y la economía que nos abruma, minimiza los aspectos más importantes, en particular la necesidad de generar y formar mejores seres humanos, a partir de los avances de ciencia y conocimiento. Con mínimos detalles de cuidados básicos, el ser humano podría acelerar la evolución social a un ritmo comparable a la tecnología y la economía que han tomado el control. El conocimiento y la tecnología carecen de un valor esencial, cuando no tienen como base para su aplicación, los derechos humanos de las personas y se convierten simplemente en productos que tienen precio y mercado, así como oferta y demanda que los rigen.

Hay diferentes formas de evaluar la ciencia y una de ellas, es diferenciar claramente el conocimiento que tiene valor y el que tiene precio. La economía de las drogas, es sin duda un parámetro importante del significado de estos hechos y la razón de los debates éticos en años recientes, derivado del acceso a nuevos fármacos con derechos de propiedad y el costo que no puede ser solventado por personas con bajos recursos económicos y falta de acceso a servicios.

En el siglo XXI, el siglo de los derechos humanos, parece absurdo argumentar que una persona sin recursos que requiere medicamentos costosos, no puede pagarlos y muere por esta razón. Sin embargo, esto sucede a diario en muchas partes del mundo por un simple hecho, la injusticia y desigualdad social, afecta directamente la calidad de los sistemas locales de salud.

Hemos creado un mundo globalizado por intereses económicos y políticos, pero segmentados y segregados para derechos de las personas. Nuestra generación, pagará esta gran contradicción. Esperamos que la espera sea breve, para lograr un avance más equitativo de la ciencia, tecnología y economía con derechos del ciudadano.

Para reflexionar sobre el estado actual de la gestión de medicamentos, es necesario establecer una ética global y marco de políticas para la salud que no pierda de vista el hecho de que somos seres humanos y en el centro de cualquier debate sobre la disponibilidad de nuevas tecnologías farmacéuticas, siempre deben estar los derechos de las personas. Aunque algunas economías y algunos consorcios, los consideran distractores menores, para la ciencia, no debe haber nada más importante que las personas, su integridad y derechos.

En el debate central, entre intereses económicos y médicos, la ciencia debe concentrarse en puntos de encuentro. Para asegurar que la inversión de capital intelectual, recursos económicos y tiempo, cuyo propósito es descubrir nuevas verdades y evidencias para beneficio de los seres humanos, también genera la legítima obtención de una remuneración justa para quienes invierten y trabajan.

Asimismo, la nueva tecnología debe llegar de forma expedita, justa y equitativa a quienes lo necesitan, independientemente de su condición social o económica. En este sentido, la socialización de los sistemas de salud debe ser favorecida, para que la carga se distribuya de manera menos onerosa, en toda la sociedad. Ejemplos evidentes, son: terapia para la hepatitis C, antirretrovirales, antibióticos de última generación, vacunas y fármacos oncológicos, todos, recursos terapéuticos de alto costo.

Las drogas son claros ejemplos del conflicto ético, generado por nuevos descubrimientos que ponen en evidencia, la inequidad entre, eficiencia y acceso a servicios y costo de medicamentos.

Observamos un período de transición en farmacología, que conduce necesariamente a un concepto global de acceso universal a servicios, con un costo social equitativo. Asi mismo, la inversión, el riesgo y el trabajo deben ser remunerados.

La disponibilidad de medicamentos debe basarse en la socialización de los sistemas de salud que se complementan con diversos y sólidos esquemas de financiamiento, que permitan la globalización del conocimiento y tecnología; además de impulsar los derechos humanos esenciales, incluida la salud.

 

Escenario actual en México.

Es lamentable que en fecha reciente, México viva escándalos sociales por la falta de medicamentos oncológicos en especial para procesos mieloproliferativos en menores. Esto se exacerba cuando sale a la luz pública, un robo de más de 36 mil piezas de medicamentos faltantes en las unidades. Los medicamentos deben ser gratuitos, el sistema de salud cubre estos padecimientos a través de un fondo que recientemente fue modificado en la ley general de salud. Quien paga las consecuencias de estos hechos, son los infantes y sus familias. Es imperativo que esta situación se regularice lo antes posible y el sistema de salud y sus autoridades, sean más sensibles con los problemas que genera su obsesión por combatir enemigos ficticios. El enemigo, son ellos mismos, con sus decisiones erráticas y sin un análisis sensato y profesional.

Ahora esperamos que se evite la rebatinga con la vacuna para COVID-19. Es nuestro deseo que prive la cordura y cada país reciba las vacunas necesarias para proteger a su población vulnerable, de manera oportuna y a un costo justo y las alianzas globales se reflejen en cooperación y apoyo mutuo.

 

Cita del artículo: Posadas Robledo FJ (2017) Pharmacology in the 21st Century. J Pharmacol Clin Toxicol 5(6):1089.

Con modificaciones para publicación en México.