“Aquel que construye la casa de la felicidad futura, edifica la cárcel del presente”

Octavio Paz.

“La enfermedad comienza, generalmente, esa igualdad que la muerte completa.”

Ben Jonson

 

Ante una crisis sanitaria, que golpea el mundo con fuerza desmedida, inusitada y deteriora las economías de los bloques más poderosos del mundo; países como el nuestro no pueden ser espectadores pasivos. Debemos aprender y tomar las decisiones correctas para estar por encima de las circunstancia. En 2009, en nuestro país, inició una pandemia de un virus desconocido, influenza AH1N1, mucho menos agresiva que el actual COVID-19, pero que nos desnudó ante el mundo y evidenció nuestras limitaciones sociales, políticas y sanitarias. Asi mismo, dejó enseñanzas, experiencia y lecciones aprendidas que hoy deben ser utilizadas y consolidadas para limitar los daños. La crisis se superó, no sin evidenciar, un gobierno y un sistema de salud con enormes grietas.

 

Durante los tres primeros meses del año 2020, cargados de incertidumbre y mensajes contradictorios, hemos sido testigos de una pandemia de magnitud desconocida en los cinco continentes. Sistemas de salud colapsados en Europa, ciudades enteras paralizadas, turismo ausente, líneas aéreas globales cerradas y ciudades enormes rebasadas por el contagio y defunciones. Las dos economías más poderosas del mundo, incrédulas ante el azote de un virus de 100 nanómetros.

 

En México, el 27 de febrero del año 2020, se confirmó el primer caso de COVID-19. Durante un mes, las autoridades manejaron el problema con ligereza, por decir lo menos y la última semana del mes de marzo, se anuncia cuarentena nacional; cierre de toda actividad no sustantiva y resguardo de toda persona en su casa. Se privilegia el abasto de insumos para sobrevivir un mes en reclusión domiciliaria y se paraliza el país.

 

El ejecutivo, con insensibilidad inaudita, menciona que esta crisis le vino como anillo al dedo para lograr la transformación que su movimiento ha planteado para el país. Además de culpar a sus adversarios por usar propaganda del coronavirus en contra de su gobierno.

 

El país cerró el año 2019 con una recesión económica y, actualmente, el dólar está en 25 pesos y el precio del petróleo ronda los 11 dólares por barril. Un escenario adverso que requiere medidas económicas sensatas y congruentes con una realidad.

 

Los economistas sugieren: incentivos fiscales a las pequeñas y medianas empresas, postergar el cobro de impuestos durante la fase más grave de contingencia y apoyo con créditos para evitar la quiebra de empresas y colapso del empleo al concluir la crisis sanitaria. Además sugieren aplicar los fondos de contingencia para atender la crisis y tener la opción de nuevos créditos para sanear y reactivar la economía lo antes posible y, por supuesto, bajar la tasa de interés de 6.5% a 4%.

Sugieren además replantear la inversión en obras prioritarias del gobierno como: el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucia y la refinería de Dos Bocas; ya que el PIB se contraerá entre un 6 y 8% en este año.

 

En el ámbito de salud es unánime la necesidad de realizar una inversión importante en insumos, equipamiento y personal para fortalecer el sistema sanitario, que permita atender con capacidad de respuesta los casos graves y complicaciones esperadas.

 

La respuesta oficial, a través de un informe emitido por el ejecutivo, contempla lo más sustantivo:

  • Crear en 9 meses, 2 millones de nuevos empleos.
  • No aumentarán los impuestos, ni se crearán nuevos. Se devolverá el IVA con prontitud a los contribuyentes.
  • Pemex dispondrá de un recurso adicional extra de 65 mil millones de pesos porque se le reducirá la carga fiscal.
  • Se bajarán los sueldos de los altos funcionarios públicos y se eliminarán aguinaldos desde el cargo de subdirectores hasta el de presidente de México.
  • Continúa la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, la rehabilitación de las seis refinerías y la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas.
  • Fondo de 35 mil millones de pesos del ISSSTE para créditos personales en beneficio de 670 mil trabajadores al servicio del Estado.
  • Fovissste e Infonavit destinarán 177 mil millones de pesos para otorgar créditos de vivienda durante nueve meses, en beneficio de 442 mil 500 trabajadores. Acción que generará al mismo tiempo, 270 mil nuevos empleos.
  • Otorgar 2 millones 100 mil créditos personales para vivienda.
  • Al día de hoy, contamos con 6 mil 425 camas de terapia intensiva con sus respectivos ventiladores y personal de enfermería y médicos especializados

 

¿Y la epidemia de COVID-19? La inversión en salud, medicamentos, tecnología ventilatoria, insumos, equipos de protección, pruebas para diagnóstico, quedará pendiente.

 

En este tipo de crisis es momento para realizar reestructuras de fondo de todo el sector salud que tiene un rezago histórico. Si este gobierno no lo ve asi, y no toma las decisiones correctas ahora que puede, pasará a ser lo mismo que los gobiernos anteriores, a quienes ha cuestionado acremente. La crisis en materia de salud genera tragedias, muertes y costos sociales. Tomar decisiones es imperativo para integrar un sistema eficiente, moderno y con pertinencia social. Las crisis también son espacios para planificar reformas y lograr progresos definitivos. Debe haber grupos de trabajo especiales, que se dediquen a estudiar soluciones adecuadas que mitiguen la pandemia y mejoren el sistema integralmente, no todo es reacción, se requiere planeación y acción con base en evidencias.

 

Un informe que se emite de cara a la nación, para plantear las medidas que mitiguen el impacto económico de una pandemia que ya tenemos encima, no puede estar carente de sensibilidad y medidas concretas para apoyar las unidades médicas y a los millones de trabajadores y sus familias que estarán sin empleo y los cientos de miles de PYMES que generan esos empleos. Hay una insensibilidad manifiesta hacia los procesos que vive el país. Se tiene el ejemplo claro de naciones con sistemas incluyentes y consolidados. La indiferencia no tiene justificación. A un ejecutivo que protesta guardar y hacer guardar las leyes, es imperativo que tenga la capacidad de preguntar y aceptar para evitar equivocaciones. El consenso y trabajo conjunto que integre ideas y talentos, son esenciales en cualquier gobierno.

 

En esta etapa de transición con un nuevo gobierno se debe ser cuidadoso; evitar la confusión social de términos. Un país no se gobierna con dogmas. No se puede confundir la terquedad y necedad con la perseverancia. Los objetivos no pueden estar ligados a ideologías, no puede navegarse con una visión unipersonal y autocrática. La visión colectiva de un grupo de expertos, con un enfoque social que impulse los derechos colectivos y el bien común como legado, debe ser la fortaleza de un gobierno electo de manera democrática.

 

El concepto de “primero los pobres” es un paradigma muy loable y necesario, pero se maneja con un tinte ideológico. No se puede pasar de un régimen que privilegió la “economía de cuates” a uno que solo privilegia a los pobres. Un gobierno, cualquiera que sea, debe respetar los derechos de todos: pobres, ricos, simpatizantes y adversarios.

 

Es claro que para acabar con la corrupción no se requiere una ideología personal, se requiere reformar instituciones que logren un equilibrio de poderes, estado de derecho, certeza jurídica de la propiedad privada y acotar el poder político del gobernante en turno a través de leyes que se apliquen con rigor e independencia entre los tres poderes de la unión.

 

Ganar una elección democrática, en condiciones adversas, no otorga facultades constitucionales extraordinarias. Se protesta cumplir y hacer cumplir la ley. La capacidad de imponer la voluntad propia a una sociedad sin límite alguno, es inaceptable en una democracia, por mucha convicción que se tenga. Alguien se lo tiene que decir al ejecutivo, a riesgo de perder el trabajo.

 

Cuando se concentra el poder en una persona o un pequeño grupo, este hecho socaba las instituciones plurales y democráticas. El pluralismo se opone, limita y resiste los abusos del poder. Una prensa libre, independiente y critica, desnuda y evidencia la información necesaria para que la sociedad elija y actué en consecuencia. En momentos de crisis, deben aparecer todos estos actores y formar la unidad que rescate al país. Pero no, un hombre solitario, en una tribuna vacía, toma todas las decisiones y se rodea de un gabinete mudo y carente de crítica y autocrítica.

 

El gobierno actual ganó las elecciones, no porque fuera la mejor alternativa. El mensaje era muy claro; la prioridad era cortar de un tajo, la cabeza de un régimen corrupto, como medusa. El pueblo de México no se equivocó al impulsar el cambio, este riesgo estaba medido. La equivocación colectiva consistió, como en el año dos mil, creer que un nuevo gobierno tenía la capacidad, liderazgo y talento para realizar los cambios profundos que requiere el país. Nos equivocamos. Este gobierno igual que los azules, es ineficaz, hay evidencia de ineptitud y debe considerarse como una etapa de transición, en lo que se integra una nueva generación de servidores públicos, que modifique la estructura del estado mexicano, para lograr un cambio a través de reformas que consoliden una democracia plena, sin dogmas, con instituciones incluyentes y capacidad técnica para llevar el país a una etapa de crecimiento y prosperidad. México es poderoso, es la 11ª economía del mundo, merece mejor destino.

 

La historia del país lo demanda. La sociedad ha hecho su parte. El gobierno actual está por debajo de las expectativas por una simple razón: nunca se prepararon y arrastran atavismos, mañas y complejos de una formación personal patriarcal. Se observa un liderazgo mesiánico, disfrazado de austeridad republicana. Todo esto deberá incluirse en la factura de la próxima elección. El mensaje es claro, los cambios, serán a través de elecciones y reformas democráticas.

 

Tener por enésima ocasión un presidente mal preparado y carente de cualidades de un hombre de estado, es un costo que hay que pagar sin quejas y se da por hecho. Los grandes cambios tienen un costo y la sociedad lo acepta sin restricciones. Un congreso de lambiscones y zalameros no abona. Y una Suprema Corte de injusticia, con magistrados ajenos al país y disfrutando de sus privilegios, tampoco.

 

Vivimos en la narrativa de Hans Christian Andersen: “El traje nuevo del emperador”, publicado en 1837. El emperador se pasea en las mañaneras desnudo, con su traje invisible, nadie se atrevía a decírselo. Un niño grito: ¡pero si está desnudo! A ver quién es capaz de decirle la verdad. El poder turba la mente, puede cegar y hacernos evadir la realidad.

 

Cuando hay excesos en el ejercicio del poder, solo un tribunal supremo es capaz de acotar estas conductas. Con una base legislativa de un congreso plural, crítico y representativo de los intereses colectivos. Cuando esto no existe, el pueblo queda indefenso. No está facultado jurídicamente y no puede hacer justicia por propia mano. Hoy, existe una comunicación extraordinaria, capaz de lograr revoluciones, con armas poderosas como las redes sociales. La fuerza colectiva de un pueblo, es invencible, se ha demostrado, es una certeza matemática.

 

Las redes sociales son democráticas y hay de todo. Las redes, muestran que este país tiene personas talentosas, lo que falta es inversión y oportunidades. Pero el talento está ahí, latente. El resentimiento que se respira, es justificado, no se puede aplaudir tanta infamia.

 

Muchos ciudadanos libres, votaron por un cambio. Arrancaron de raíz un sistema corrupto, no es poca cosa. El siguiente paso es evitar el brote de un nuevo régimen pernicioso, antes de que tenga raíces profundas. El pueblo de México ha sido paciente y tolerante con los gobiernos, logró un cambio democrático, por hartazgo social. Asi mismo, esperará fiel a sus principios, la evaluación de este gobierno en el terreno de los hechos y cobrará factura en el escenario de las urnas. En propias palabras, el pueblo pone y el pueblo quita.